domingo, 10 de junho de 2012

neguinho





Neguinho não lê, neguinho não vê, não crê, pra quê
Neguinho nem quer saber
O que afinal define a vida de neguinho
Neguinho compra o jornal, neguinho fura o sinal
Nem bem nem mal, prazer
Votou, chorou, gozou: o que importa, neguinho?
Rei, rei, neguinho rei
Sim, sei: neguinho
Rei, rei, neguinho é rei
Sei não, neguinho
Se o nego acha que é difícil, fácil, tocar bem esse país
Só pensa em se dar bem - neguinho também se acha
Neguinho compra 3 TVs de plasma, um carro GPS e acha que é feliz
Neguinho também só quer saber de filme em shopping
Rei, rei, neguinho rei
Sim, sei: neguinho
Rei, rei, neguinho é rei
Sei não, neguinho
Se o mar do Rio tá gelado
Só se vê neguinho entrar e sair correndo azul
Já na Bahia nego fica den'dum útero
Neguinho vai pra Europa, States, Disney e volta cheio de si
Neguinho cata lixo no Jardim Gramacho
Neguinho quer justiça e harmonia para se possível todo mundo
Mas a neurose de neguinho vem e estraga tudo
Nego abre banco, igreja, sauna, escola
Nego abre os braços e a voz
Talvez seja sua vez:
Neguinho que eu falo é nós
Rei, rei, neguinho rei
Sim, sei: neguinho
Rei, rei, neguinho é rei
Sei não, neguinho

Divagando con la tele encendida - Carola Chávez







La Patria Grande: Tan ansiada por unos, tan temida por otros. tan ignorada por tantos, tan necesaria, nunca tan necesaria...

Todavía hay quien me mira burlón, cipayamente burlón, cuando hablo de la Patria Grande. Idea terrible que se opone a los sueños coloniales de las mentecitas colonizadas, la unión de países nuestros cual si nuestros países pudieran coincidir tan civilizadamente como otros países en otras uniones. Cipayamente convencidos miran hacia afuera, salivantes, serviles, soñando con vidas imposibles que Sony Televisión les enseña convenientemente a soñar.

Y divago : Cuando mis hijas, en la pequeña Isla venezolana de Margarita, descubren en Discovey Kids que en octubre llega el otoño y que las hojas de arce se ponen rojas, los hijos de alguien en Buenos Aires están descubriendo lo mismo a pesar de que en el octubre margariteño los arces son palmeras que se rehusan a largar sus hojas, y el octubre bonaerense retoña primaveral sin importarle un comino lo que diga al tele por cable.

La tele por cable nos globaliza, nos invade, sí, nos diluye, y terminamos ignorando coincidencias naturales, históricas, geográficas, culturales y reconociéndonos como iguales en la medida en que nos agringamos. Celebran todos nuestros niños desde México a la Patagonia, un importado y sin importancia Halloween y San Valentín reemplaza una gloriosa fecha venezolana: "El Día de La Juventud" de la que un niño brasileño jamás se va a enterar porque esas cosas que nos importan no salen "Aquí en Discovery Kids!"

Saben nuestros hijos, todos ellos, que la bandera de los Estados Unidos tiene barras y estrellas, pero solos los paraguayos conocen la bandera de Paraguay. Nuestros niños conocen a Washington, a Franklin, a Lincoln porque los gringos no son tontos y hasta en la comiquitas, desde las comiquitas, los enseñan niños a soñar en inglés.Y las niñas sueñan con ser imposibles Barbies que no se parecen a ellas y los niños quieren ser pandilleros, bien cool, porque se dice cool, de lo contrario serías un perdedor y perdedor se dice looser con una ele en la frente hecha con un ángulo recto de índice y el pulgar.

Los niños sueñan los mismos sueños de papá que quiere ser un poco Dr. House un poco C.S.I. Y mami sueña con ser una Desperate Housewife siempre de tercera por que, por mucho que sueñe, nunca va a tener peinado perfecto, ni cutis perfecto, ni marido imperfecto pero rubio, guapo y musculoso de las chicas de Wisteria Lane. Y así poco a poco aprendemos a despreciarnos a nuestros mismos, a conformarnos con ser pueblos de segunda, o de tercera...

Si miro hacia el sur desde mi isla caribeña no voy a encontrar el ideal cablevisión, con suerte podria relacionar algún lugar de Brasil con parajes exóticos que el Travel Channel me mostró. Travel Channel creador de realidades ficticias, todas cinco estrellas, sintéticas, dolarizadas e insípidas. Así encontramos que en México se baila la Macarena, la gastada eeeeeh Macarena aay! Y que lo mejor de Caracas son sus restaurantes franceses, que el tango no se baila como se baila el tango sino como los gringos suponen que se debe bailar. Entendemos que en Centro América no hay nada que buscar, a menos que vayas a Panamá, pero a la ciudad, donde crece, voraz, una buena imitación de Miami, si es que se puede calificar de buena la imitación de algo que no lo es.

Unidos de norte a sur, sintonizan ansiosos nuestros compatriotas que en verdade importan un comino. Se preparan de antemano las clásicas palomitas de maíz, sí, que en Venezuela se llaman cotufas, en Argentina pocholo, pururú...Poporó en Uruguay, en Bolivia y en Brasil, pipoca, cabritas en Chile, crispetas en Colombia, canguil en Ecuador...Palomitas de maíz en español neutro para neutralizar nuestra diversidad y riqueza cultural. Decía, nuestro continente, como pocas veces lo hace, se dispone a hacer algo al unísono: Ver la entrega del Oscar, o como prefieren que lo llamemos porque Oscar es muy "latino": los Academy Awards.

Y así globalizados en la nada somos fragmentados. No nos vemos, ni siquiera nos gustamos a nosotros mismos. Empezamos a reconocernos similitudes artificiales que no son nuestras y que nos sintetizan en algo que no somos. El café de Brasil reducido a un Starbuck´s triple mocca latte, argentinos mascando el bagazo de carne - (carne?) que rellena a un Big Mac, Cinnamon Rolls en Montevideo, Pretzels uen el Cochabamba y un Pizza Hut, por si acaso, al ladito de Teotihuacán. Para que todo parezca Caracas, para que Caracas no se parezca a si misma. Así perdemos la esencia.

La televisión por cable es un efectivo instrumento de dominación, y lo peor del caso es que pagamos para que nos dominen, pagamos para que nos excluyan, pagamos para que nos desdibujen. Pagamos para que nos vendan un mundo en el que no encajamos, un mundo en el que renunciamos a nosotros mismos. Pagamos para ser colonizados. Pagamos para que nos hagan entender que nos somos suficientemente altos, ni rubios, ni inteligentes, ni creativos, ni audaces, ni siquiera somos suficientementes malos, basta ver Fox News para saberlo...Pagamos para facilitarles la inoculación del American Dream versión latina.

Colonizados nuestros sueños dejamos de soñar realidades posibles.

Y así, divagando, regresamos al principio y al asunto: La Patria Grande, nuestra realidad posible, el sueño de nuestros libertadores, la verdadera unión de nuestros pueblos, en su diversidad, en su riqueza, en la historia que compartimos, en los sueños que soñamos. Es ese sentirse en casa en cualquiera de nuestros países. Hace poco viajé desde Venezuela a Argentina sin necesidad de pasaporte, como ciudadana de un país inmenso y poderoso. Allá no me sentí extraña sino  que reconocí tantas de las cosas en las que nos parecemos. Eso es la Patria Grande: lo que somos, lo que compartimos, lo que aprendemos de nuestras diferencias, que no separan sino enriquecen...Esa es la Patria Grande y no esa Latin America talla única de identidad importada, esa que sale en la pantalla de la tele, espejo dudosos en el que pretenden que nos reflejemos.

La Patria Grande es el paso definitivo hacia nuestra idenpendencia y esta depende de que logremos mirarnos a nosotros mismos sin complejos, que nos quitemos siglos de lastres colonizantes, sueños rubios de ojos azules, sueños tutelados que terminan en pesadillas explotadoras, en saqueo de nuestros recursos, en entrega de nuestra soberanía.

Cuando seamos libres, probablemente, apagaremos la tele por cable, mientras tanto, si la vamos a ver, no nos traguemos el cuento y entendamos que es solo televisión.